Todo florecimiento se da a partir de una semilla, un núcleo que contiene en sí mismo la totalidad de los elementos necesarios para que ésta germine y se desarrolle hasta alcanzar su plenitud. Ante esta realidad innegable, que se observa en todos los seres vivos de la naturaleza, el enfoque holístico sostiene que el proceso evolutivo de la persona humana consiste en la transformación que se inicia en el momento de la concepción y progresa, secuencialmente, a través de diversas etapas que conducen a la plena maduración, es decir, a la realización integral del potencial innato que reside en las dimensiones biológica, psicológica, social y trascendente propias de su naturaleza.
Todo florecimiento se da a partir de una semilla, un núcleo que contiene en sí mismo la totalidad de los elementos necesarios para que ésta germine y se desarrolle hasta alcanzar su plenitud. Ante esta realidad innegable, que se observa en todos los seres vivos de la naturaleza, el enfoque holístico sostiene que el proceso evolutivo de la persona humana consiste en la transformación que se inicia en el momento de la concepción y progresa, secuencialmente, a través de diversas etapas que conducen a la plena maduración, es decir, a la realización integral del potencial innato que reside en las dimensiones biológica, psicológica, social y trascendente propias de su naturaleza.
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