PROPUESTA PARA COMBATIR LOS OBSTÁCULOS QUE DIFICULTAN EL CAMBIO EN LA EVALUACIÓN, COMO PARA SATISFACERLAS CONDICIONES PARA UNA EVALUACIÓN PRODUCTIVA.
Antes
que cualquier propuesta se debe abordar los principales obstáculos que dificultan
el cambio en la evaluación, en pro de un análisis que permita emitir alguna
propuesta, pero principalmente los talantes de una cultura de evaluación en
progreso y en consecuente la mejora de la escuela misma.
Primeramente
hay que mencionar los costos que
conlleva una evaluación a nivel macro, puesto el costo para una alta calidad en
la evaluación ha sido astronómico, debido a que en esta época se evalúa en
todos los niveles educativos, tanto a las instituciones como a cada uno de los
componentes que están tácitos en la educación; y al mismo tiempo los resultados
de dichos esfuerzos en la evaluación, como en las pruebas nacionales
estandarizas, no han tenido la incidencia esperada en pro de una mejorar de la
educación básica.
¿Gastamos tanto dinero en evaluaciones que finalmente no nos dicen cómo
podemos mejora la enseñanza y el aprendizaje? Tiburcio Moreno Olivos.
Otro
tras pie de cambio evaluativo es la desigualdad,
puesto los alumnos que se encuentra en situaciones desfavorables juegan un
papel invertido, ya que, en vez de ser los puntos focales de mejora y de apoyo,
juegan un papel de potenciadores de desigualdad educativa o de resultados,
debido a la falta de equidad educativa en la que se encuentra sumergida la educación
en nuestro país.
También
la enseñanza está centrada en contenidos
que con frecuencia resultan excesivos e irrelevantes, lo que impide un
aprendizaje significativo, así como una evaluación que busca verificar la capacidad
del alumno para responder de memoria a las cuestiones que se les realizan a los
alumnos, en vez de generar el pensamiento deductivo en el estudiante, y a la
vez ese proceso valorativo de calificar más que evaluar, lleva al fracaso
escolar cuya fuente es primordial son la pruebas o exámenes, y estas
evaluaciones desconocen la historia, el contexto y la cultura de cada escuela;
ignoran la formación y la experiencia (o falta de ésta) de los profesores; los
docentes utilizan los contenidos como hechos aislados, clasificaciones,
definiciones y convenciones que el alumno adquiere y después no sabe cómo
utilizar.
“Entre más estandarización y prescripción de currículum se
logra, es probable que se consiga menos aprendizaje” (Darling-Hammond).
Y
exactamente las pruebas estandarizadas son otra dificultad, si se utilizan solo
para recolectar datos y aplicar incentivos, no funciona para promover la
cultura evaluativa. Ahora se evalúa al inicio, durante y al final del período
lectivo, eso hace parecer de una forma inevitable que si se evalúa mucho,
trae consigo calidad o inclusive para la sociedad es un factor de calidad, y
tanto PISA (Programa para la Evaluación Internacional
de Alumnos) como ENLACE (Evaluación Nacional del Logro Académico en Centros
Escolares), revela que la evaluaciones con pruebas estandarizadas no están
favoreciendo a potenciar los aprendizajes de los alumnos.
“Algunos profesores construyen pruebas que
son tan vacías que no evalúan nada” (2007)
Buckman
Otro
problema de las pruebas es que:
·
Fomentan en los alumnos la pasividad.
·
Los alumnos son forzado a comprometerse con la
memorización.
·
Los alumnos son orientados para dar una
respuesta “correcta”, antes que para pensar por sí mismos.
·
Es inevitable la presión administrativa por la
medición de los resultados.
¿Es ético derrochar los escasos recursos en evaluaciones que
sólo sirven para confirmar lo que ya sabemos: que los niños pobres e indígenas
de este país son los que obtienen los peores resultados educativos? Tiburcio
Moreno Olivos
Otro
problema son las confusiones de la
evaluación, en este caso, las funciones, que cumple la evaluación pueden
ser varias: la rendición de cuentas del subsistema encargado de la formación de
maestros en el país, aunque también puede ser la clasificación y
jerarquización.
No hay que perder de vista que el aprendizaje es demasiado complejo
y la evaluación demasiado imperfecta para dar cuenta de esa complejidad.
“Moreno Olivos”
Pero
el problema principal es la voluntad de cambiar las concepciones y paradigmas
de evaluación y de la misma educación, tal vez unos por falta de tiempos,
porque carecen de los recursos para actualizarse o simplemente no les interesa;
y por el simple hecho de ser profesores no significa que los docentes sepan
bien cómo evaluar el aprendizaje de sus alumnos, conllevando con esto al
docente a caer en errores involuntarios o convirtiéndose en profesores
arbitrarios.
Un
ejemplo claro es lo que permea en Estados Unidos, donde afirma Trevisan, que
los hallazgos indican que en la mitad de los Estados no se requiere tener
competencia en evaluación para obtener licencia de profesor.
Antes
de verter las propuestas es necesario mencionar la importancia de que la
cultura de la evaluación ha entrado con gran fuerza a México, fuerza capaz de
logar imponerse, para encaminar a la educación de nuestro país a la tan
anhelada calidad educativa que se ha venido buscando en tiempos recientes y no
tan recientes a la vez, y es por eso que para combatir las dificultades que
impiden que la evaluación llegue al
núcleo de las aulas y para poder mejorar la enseñanza y el aprendizaje se
presentan las siguientes propuestas:
Con
la cultura escolar se genera cambio, es decir la cultura consigo misma trae
arrastres muy positivos que prevalecerán sobre las dificultades y los
obstáculos con que se enfrente la evaluación, y nada ataca mejor que la cultura
en cual astro social; ahora para que se genere una cultura escolar es necesario
empezar desde y para el mismo ambiente educativo, tomando en cuenta aspectos
tan pequeños como:
1.
Respetar las normas escolares.
·
El uso del uniforme.
·
El horario.
2.
El cumplimiento de los 200 días y vacaciones.
3.
Los espacios escolares.
4.
El mobiliario.
5.
Sistema de sanciones.
6.
Estímulos y recompensas.
7.
Estructuras de las clases.
8.
Y por supuesto la evaluación… entre otros aspectos.
Por
lo tanto la cultura escolar es la adquisición de buenos hábitos pedagógicos,
que influyan positivamente a partir de los micro a lo macro y viceversa, según
el actor en escena, desde el sistema educativo hasta los mismos alumnos, y de
los mismos alumnos hasta los órganos evaluadores (pero el actor más relevante
de cambio, en pro de una cultura escolar es el docente).
Es
ineludible que los docentes deben tener alguien que los supervise, pero no
alguien que los martiricé, es decir los docentes deben tener más libertad en su
actuar y menos necesidad de cumplir con actividades administrativas, aunque que
quede claro que dichas actividades son importantes siempre y cuando no sirvan
de presiones innecesarias, y para esto es necesario comprender:
1.
Que el docente es un actor insustituible,
siempre y cuando cumpla con sus labores de una manera adecuada, para así
obtener una libertad.
2.
Las autoridades deben regular las normas, para
poder dar libertad de una manera organizada pero que no luzca como presión,
como diría Ramon de Campoamor “La libertad no consiste en hacer lo que se
quiere, sino en hacer lo que se debe”
Para
que exista una cultura en la escuela, existe una dimensión a destacar que es la
de evaluación y para eso es necesario cambiar la manera en que se enseña en las
escuelas, por lo cual para que se pueda producir dicha permuta, debe existir un
cambio en la evaluación como lo dice Moreno Olivos (2002) “…un elemento clave
de la forma en que un profesor enseña es su sistema de evaluación”, y dentro
del cambio debe existir:
1.
Enseñanza para la comprensión, es decir que los
contenidos sea abarcados con el fin de comprender la realidad.
2.
Que la cultura de la evaluación este
sincronizada con un enfoque constructivista de la educación, para que el
estudiante adquiera aprendizajes significativos.
3.
El profesor debe ser una facilitador, no
una persona que transfiere información, sino un docente que provee
oportunidad (Birenbaum).
4.
Disposición para el cambio, puesto si la
evaluación potencialmente representa la llave de cambio, también constituye el
obstáculo más grande (Broadfoot, 2002).
Otro
reto es que los docentes sean profesionales, profesionales en su planeación de
actividades para abordar contenidos, profesionales en la aplicación de los
contenidos pero sobre todo profesionales en su forma de evaluar. Se trata de
que el profesor esté dispuesto a hacer una apuesta por un cambió, cambió que es
de origen intelectual que exige tres condiciones:
1.
Tener conocimiento, para poder innovar en su
evaluación.
2.
Querer cambiar, porque puede tener el
conocimiento pero simplemente no querer hacerlo.
3.
Poder cambiar, porque aunque se tenga el
conocimiento y se esté dispuesto al cambio, de nada vale si las condiciones son
inabordables.
La
evaluación puede cumplir distintas funciones, pero lo que debe quedar claro es
que todas éstas son funciones administrativas, no pedagógicas. Entonces la
función primordial de la evaluación es que sirva para la mejora de la enseñanza
y el aprendizaje en el aula.
Los
resultados de una evaluación administrativa pueden servir para informar
políticas y para tomar decisiones sobre programas educativos importantes. Pero
tales pruebas por sí mismas no pueden producir la deseada mejora de la escuela
porque los test no tratan directamente con asuntos de la efectividad del
profesor o de la motivación del estudiante (Stiggins, 1999: 191).
Es
muy importante que la evaluación se vista cómo es, una herramienta de progreso
no una herramienta administrativa de etiquetar quién sabe más de los contenidos
programados o quién sabe menos, o en el peor de los caso quién tiene los
contenidos mejor memorizados.
Por
lo tanto es necesario hacer algo con los resultados de evaluación y no sólo
con las calificaciones que permiten hacer estadísticas, qué se evalúa y cómo
se evalúa es algo ya muy trillado, lo importante es ¿Qué se hace con los
resultados? la evaluación debe cumplir con su función pedagógica de promover
una tarea formativa, tarea formativa que se aplicar en el momento que los
docentes no confunda esto termino acuñados en la educación.
El
éxito surge en la unión, y de ahí debemos de partir no podemos hacer a un lado
lo cualitativo de lo cuantitativo, lo sumativo de lo formativo. Por lo tanto es
indispensable encontrar un punto de equilibro donde converjan estos tipos de
evaluación y así poder cumplir con la función pedagógica de ayudar a mejorar, pero
sobre todo crear una cultura de escuela, una cultura escolar y una cultura
evaluativa.
Moreno
Olivos Tiburcio, “La cultura de la
evaluación y la mejora de la escuela”
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