Las reformas educativas de América Latina en el siglo XXI se debaten entre el desgaste, la indiferencia y el no saber cómo profundizar sus logros más positivos. O las esperanzas que cualquier padre de familia ánima, tratando de ver a sus hijos convertidos en ciudadanos educados y profesionales exitosos, se asemeja mucho al sueño de varios países por construir distintos núcleos generadores de talentos. El capital educativo impulsa el crecimiento económico. Las políticas educativas llegaron a transformarse en los aceleradores de cambio, además de ser un área de intervención muy proclive a reaccionar favorablemente a los cambios tecnológicos del siglo XXI, pues el uso intensivo de recursos informáticos vía Internet, facilita una serie de procesos de aprendizaje, optimizando las aptitudes de estudiantes y maestros. La educación es un baluarte estratégico en las estructuras culturales donde los productos educativos mostrarán resultados concretos. El problema central radica e