El día que yo nací hacía mucho viento. Mis padres me han contado que los cristales de las ventanas estaban a punto de romperse y que las tejas de las casas se movían. Sin embargo, cuando ese día empecé a llorar por primera vez, el viento se paró. Por eso mis padres me quisieron llamar “Viento”, pero mis abuelos dijeron que parecía el nombre de un chico y que yo era una niña. Mi abuelo, que había viajado mucho cuando era joven, dijo que me llamaría “Haizea”, que es lo mismo que viento pero en otro idioma.
El día que yo nací hacía mucho viento. Mis padres me han contado que los cristales de las ventanas estaban a punto de romperse y que las tejas de las casas se movían. Sin embargo, cuando ese día empecé a llorar por primera vez, el viento se paró. Por eso mis padres me quisieron llamar “Viento”, pero mis abuelos dijeron que parecía el nombre de un chico y que yo era una niña. Mi abuelo, que había viajado mucho cuando era joven, dijo que me llamaría “Haizea”, que es lo mismo que viento pero en otro idioma.